miércoles, 3 de septiembre de 2008

Desórdenes infantiles sí pueden tratarse con éxito

Desórdenes infantiles sí pueden tratarse con éxito


Al parecer tenía un problema de autismo, pero el doctor Pérez nunca pudo saber qué le ocurría a Marquito, porque no llegó a hacerle el diagnóstico. El adulto bien presentado que acompañaba al pequeño era su seguridad. Los padres le respondieron que no podían ir porque trabajaban. Nunca más vio al menor.


El neurólogo Hugo Díaz sostiene que uno de los principales problemas para que la atención de los desórdenes del desarrollo infantil sea exitosa es la evolución de la crianza de la infancia. El retardo mental, autismo o dificultades en la atención son cada día más visibles en nuestra sociedad al punto que hoy se realizan un mayor número de diagnósticos.


Empero, Díaz asegura que la mayoría de padres no asume la responsabilidad de hacerse cargo de la recuperación de sus niños.


El profesional, quien es también responsable del área médica de la institución Arie, organización líder en el campo de la salud y rehabilitación infantil, revela que cuando se les comunica que sus hijos no tendrán un desarrollo adecuado, o que no podrán vincularse apropiadamente con otros niños, las respuestas son dramáticas.


Pero el verdadero drama, explica, es que los padres de familia no están presentes en el tratamiento y la rehabilitación de los hijos por sus múltiples actividades, y por su incapacidad de organizarle su vida externa como se les recomienda.


Quienes se hacen cargo, cuenta Díaz, son los abuelos o las nanas; pero los padres son quienes deben ser el soporte para regular la severidad del trastorno que tiene su hijo o hija, por eso su presencia en la atención y tratamiento es fundamental.


“Los padres se sienten culpables, algunos cambian, otros tardan o simplemente no lo asumen. Y es que su estado emocional es importante. No es igual una madre de familia con buen ánimo y una relación de pareja estable, que una sola, sin soporte social y familiar, y con poca capacidad de darle a su pequeño lo que necesita.”


Otro aspecto es que una buena parte del problema radica en la dificultad de los adultos a ser padres, y perpetúan las formas cómo fueron criados. Eso es grave.

Relevante es también la condición social de la familia. Si ésta es pobre, los problemas serán más severos. Por un lado, no accederá a información para enfrentar el problema, y por otro no tendrá recursos para terapias.


Cuestión de método

A este cuadro descrito por el neurólogo se suma que la escuela privada y pública expulsa a los que no cumplen con el modelo educativo, y les trasladan a los padres la responsabilidad que les compete asumir.


Díaz asegura que existen niños que tienen déficit de atención, pero desarrollan su capacidad intelectual con normalidad y aprenden en un modelo educativo convencional. Los casos severos necesitan de mucho entrenamiento para hacerlo un modelo inclusivo.


“Las metodologías de atención son diversas, y unas pueden ser más efectivas que otras. Lo cierto es que deben articularse”, refiere Díaz.


Otras causas

Las opciones alternativas consideran que los desórdenes infantiles se producen por dietas, alimentos o vacunas que contienen elementos tóxicos; e incluyen en este diagnóstico el autismo o el déficit de atención como si los explicara la misma causa.


El especialista sostiene que no reconocen que existen causas sociales, como si los adultos, la familia y el entorno de los niños no tuvieran que ver con el problema.


El problema es que que no ha sido demostrado.

En el caso de las vacunas, las investigaciones en países donde se dejó de usar el preservante que se creía era la causa de los desórdenes demostraron que la incidencia del autismo se mantiene exactamente igual y que no hay relación alguna.


El Peruano

Fecha:02 de setiembre del 2008